El árbitro hace sonar el pitido inicial y mientras el cronómetro marca la cuenta atrás, el tiempo salta caprichoso entre líneas temporales contradictorias. Historias pasadas de guerras presentes, un cuerpo que no se pertenece ni es pertenecido, todas nuestras mitologías fundacionales atravesando unidas el espacio, el torrente sanguíneo que transporta el ADN de las pequeñas historias que somos brotando de los pliegues sin cicatrizar de nuestras batallas.