¿Sería feliz si nadie me hubiera dicho nunca qué es lo que me haría feliz? ¿Dónde está mi felicidad en mí? ¿Dónde estoy yo?
Del mismo modo que Artemisa, Eurípides y la tragedia intentaron salvar a Ifigenia del sacrificio, el ser humano ha intentado salvarse a sí mismo de su propia definición. Y, al no conseguir salvarse, ha acabado promoviendo un ciclo sacrificial de alienación y resignación.
Una instalación escénica. Un acercamiento anacrónico al mito. “Todo esto ha sido un malentendido. Lo siento, siento que sufras tanto por un malentendido.”